Laberinto

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El círculo eterno, el múltiple verso, el siempre y lo todo que somos

sábado, 3 de diciembre de 2011

La ciudad encantada: Resistencia en la tradición oral del candomblé brasileño (primera parte)

América Latina ha sido –tanto histórica como culturalmente- la combinación y convivencia de muchos nombres y momentos. Dicha relación, ha tenido asimismo, una larga y dolorosa tradición de violencia en la forma convulsa en que esos mundos y realidades contrastantes chocan. Los pueblos normalmente marginados, son relegados entonces, a la periferia geográfica de las regiones urbanas, pero también a la periferia cultural de los proyectos civilizadores, de las nociones de urbe fija, homogénea, única, satisfecha y oronda de ser centro, paradigma, ley universal-universalizante.
Pero en medio de la marginación forzada –que es además, tan vigente y atemporal que a veces el transcurso de los siglos parece tan sólo una broma de los tiempos o historias oficiales- esos grupos, frágiles en la apariencia de la segregación, recurren al argumento del secreto, la promesa, el relato cargado de una emotividad y certeza especial, con una línea común, si bien diversamente expuesta: la esperanza: de tiempos mejores, de instantes pasados… pero siempre, esperanza.
En ella, se cifran formas de protección colectiva, pero fundamentalmente, de una inagotable imagen de resistencia, vivida como una lucha diaria y digna. 
En el caso concreto de Brasil, la estrategia del oprimido, es la del secreto a voces, compartido por un sentimiento cuya fuerza cultural es tan vasta, que no existe una traducción posible –al menos en español- para referir en su totalidad, el significado de dicho estado: la saudade.
La saudade, es una especie de melancolía que no resulta transitoria, pero hay en ella un fuerte recuerdo amoroso ante lo que se ha marchado. Quien siente saudades, experimenta añoranzas, pero vividas como una espera tranquila, cubierta de la esperanza dulce de un retorno, o de la belleza suficiente del momento pasado: intenso, rotundo, tan emocionante como para ser recordado por siempre, agridulcemente.


En la tradición oral brasileña, y especialmente en la literatura, rituales y cantos del candomblé, lo que permea, es una asombrosa saudade, traída en el cuerpo desde el doloroso momento de ruptura con la conexión espiritual a África. Dicha cercanía, es vista como la establecida entre dos hermanos de sangre, pero con una deuda de amor llevada a la decisión de reconocerse y recordarse. Es decir, que la cultura del candomblé, es una elección de hermandad con África, en un sincretismo cultural, religioso y social tan profundo cuanto extendido como estandarte de orgullo, identidad, y sentido fundacional. El candomblé es una variante adaptada de la religión yoruba profesada en países como Togo, Benín y Nigeria, de la población nagó (etnia de dichos países del África Occidental) y teñida con el aliento americano, en el seno de Bahía, al nordeste de Brasil.


En este contexto, nace el cantar que a continuación incorporo para ustedes. Se trata de un canto popular, relato hondamente mitológico, difundido en Salvador de Bahía y otros estados de Brasil (Alagoas, Sergipe, Goiás...) desde finales del siglo XVI (a raíz de la integración de cultos de los esclavos nigerianos a las costumbres y fiestas católicas), pero codificado para el entendimiento de los mismos Bahianos, y entendido por los portugueses colonizadores, como parte de algunos festejos inofensivos. No obstante, los hacendados y capataces ignoraban la profunda relación de símbolos sacros escondidos en las letras y melodías cantadas por los practicantes del culto en los viernes de festejo ritual (sextas feiras, en portugués)... (Fin de la primera parte)

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